Volar a Roma, conocer Italia, visitar el Vaticano, la Plaza San Pedro, contemplar el Coliseo desde el monte Palatino… No es solamente un viaje a las raíces de nuestra historia sino también un viaje a nuestra historia como humanidad. Y es que Roma fue el inicio, el origen de todo lo que conocemos hasta ahora.
Roma no sólo es el escenario de películas, sea Fellini o de Woody Allen, sino también de libros, poemas, sueños y fantasías.
Uno construye muchas veces imágenes típicas de los lugares gracias a los libros, los cuentos de otros viajeros o de las películas. Y uno se imaginaba a Roma con sus callecitas estrechas con pizzerías con mesas en la calle y manteles cuadriculados. Y es verdad, es así pero también mucho más.
Roma son las bocinas en una esquina y el aperitivo a las 6 de la tarde. Son las veredas rotas, las fuentes de agua fría que sólo los romanos saben usar, un balcón con plantas secas y un cura argentino celebrando una misa para 40.000 personas.
Roma es una estación de metro que convive con una columna de granito de muchos siglos. Una estatua de una loba amantando a Rómulo y Remo y un pobre animador disfrazado de Gladiador cobrando 10 euros la foto.
Una pizza que tiene nada que ver con las que puedas conocer. Un cartel que reza que en tal casa vivió un tal Greco y una Fontana Di Trevi blanca y resplandeciente plagada de gente. Pero sin Sophia Loren y con palitos de selfie.
Roma es una cerveza Peroni y un negroni en la tabla de un bar. Caminar por Trastevere, cruzar el río Tiber y contemplar el atardecer desde alguna de las colinas. Ver cúpulas, palomas, y a lo lejos, un coliseo entre andamios que sobrevive a los terremotos, a la tiranía de los hombres, a la historia y al paso de la memoria.
Roma es un canto a la nostalgia. Roma sobrevive. Se reinventa, te sientes como en casa. Roma es, un poco, la ciudad de todos, y por eso todos, seamos como seamos podemos disfrutar de esta hermosa ciudad con la mochila Tandem que más se adapte a nosotros y a nuestra forma de entender la vida.